domingo, 2 de mayo de 2010

Daniel Cohn Bendit

ENTREVISTA Daniel  Cohn-Bendit - Político franco-alemán y líder europeo de los Verdes



Pako Serafín Galán, Komisionero de las CCOO de Cepsa me dijo un día: "entre Dany el Rojo y tú -Miguel Gil- teneis mucho en común".


Esto me hizo reflexionar sobre sus palabras y mientras me hice la foto junto a él, descubrí que aquello que me dijo, tenía mas carga de profundidad de lo que yo quise interpretar.
¿Qué me unía?... se refería a lo que Dany el rojo tenía en su cabaeza y lo que yo tenía en la mía...a vuestro criterio

Mientras lo pensais, os recomiendo la entrevista que pongo a continuación. ¡Que lo disfruteis!

Han pasado ya más de 42 años desde que Daniel Cohn-Bendit, entonces  llamado Dany El Rojo (por el color de su ideología y el de su  pelo), se encaraba a los policías del general De Gaulle en el Barrio  Latino de París de aquel querido Mayo del 68. No parece muy harto de que  se lo recuerden, entrevista tras entrevista, aunque hace años publicara  un libro titulado, precisamente, Forget 68 -Olvida el 68-. Da  la impresión de que ha hecho las paces con su pasado. Ahora, con 65  años, este eurodiputado franco-alemán, que piensa y siente en los dos  idiomas (aunque a la hora del fútbol confiesa apoyar siempre a Francia),  es uno de los líderes de la formación ecológica Europa Ecología,  parlamentario brillante en Bruselas y ensayista (acaba de publicar su  último libro en España Que faire? -RBA- subtitulado Pequeño  tratado de imaginación política para uso de europeos. Se sienta y  sonríe mientras espera las preguntas. La misma sonrisa cachonda y  abierta que muestra en esas viejas fotos ante esos policías con casco de  bombero y porra de aquellos años.



"Los ecologistas españoles están tan desunidos que la gente no les ve  capaces de aportar soluciones"



"En los últimos años hemos servido a un nuevo Dios, el mercado, que  en teoría lo solucionaba todo"



"Yo soy partidario de una utopía realista, una utopía que tenga los  pies sobre la tierra"



"Si un gobernante quiere prohibir el 'burka' debería al mismo tiempo  proponer el derecho de voto a los inmigrantes"


Pregunta. ¿Se reconoce aún en esas fotos?

Respuesta. Yo era guapo en el 68 (se ríe). Y las  fotos son bonitas. Me pasa como le debe pasar a Butragueño si ve fotos  de juventud. La diferencia es que él ya no juega al fútbol y yo continúo  en la política.

P. ¿Y se reconoce como político?

R. Yo soy completamente diferente. Y el mundo  también ha cambiado, como del día a la noche: las relaciones sociales,  las relaciones de poder... Le voy a dar un ejemplo que siempre utilizo:  en 1968 una mujer casada que quería abrir una cuenta corriente en  Francia debía contar con una autorización escrita de su marido. Era otro  mundo, y eso no quiere decir que ahora todo esté bien o que todo sea  mejor.

P. En el libro que acaba de publicar en España usted  asegura que permanece fiel a las ideas de su juventud, pero que a la  vez es ahora un reformista radical. ¿Qué es eso?

R. Antes de nada: de mí hay una imagen de  revolucionario del 68 cuando yo, ya entonces, era considerado, dentro  del movimiento, como el más reformista. Mi objetivo nunca fue el de  resaltar como el más radical sino el conseguir que cada vez más personas  se unieran a nosotros. Y eso ha sido una constante en mi carácter  político.

P. Usted asegura que las revoluciones son o  peligrosas o ineficaces.

R. Sí, pero la del 68 no fue una revolución sino una  revuelta, un movimiento antiautoritario. Cuando la revolución gana,  como la Revolución rusa, la cubana de Fidel Castro o la Revolución  argelina, y se analizan los resultados, uno se da cuenta de que éstos  son peligrosos: sociedades no democráticas que han desembocado en  sociedades autoritarias. Y si los revolucionarios son revolucionarios  hasta el final y pierden, son impotentes. Yo defiendo fuerzas políticas  con una radicalidad reformadora.

P. Mantiene que los partidos políticos están  acabados y habla de una cooperativa política. ¿Qué quiere decir?

R. Los partidos políticos son estructuras  piramidales cuya vida se desarrolla, en su mayor parte, en el interior,  esto es, fuera de la sociedad real, como en un circuito de fórmula 1,  muy bonito, pero que da vueltas sobre sí mismo, sin llegar a ningún  lado. Lo que yo llamo cooperativa es una suerte de colmena: los  cooperativistas salen para colonizar la sociedad. En la colmena, las  abejas se organizan para fabricar la miel, pero no pueden hacerlo a  menos que acudan a la sociedad a polinizarla. Es un desafío.

P. ¿Un poco utópico eso no?

R. Sí, pero la utopía debe servir de orientación  política. La utopía se vuelve peligrosa cuando no tiene en cuenta a los  ciudadanos reales. Pero una política sin una idea utópica, sin la idea  de que otro tipo de sociedad o de porvenir puede existir no sirve  tampoco. Así que yo soy partidario de una utopía realista, una utopía  con los pies sobre la tierra. Una cooperativa política que plante cara a  problemas reales, porque sólo así encontrará su espacio. Una fuerza  política que no tenga empuje como para formular proyectos ambiciosos y  discutirlos, y de contagiar con ellos a la sociedad, de polinizarla, no  es sino una máquina para conseguir el poder.

P. Parece padecer alergia al poder. Dice que no será  ministro, aunque se lo ofrezcan...

R. Ya hay mucha gente que quiere ser ministro o  presidente de Gobierno. Mi papel en la política, creo, es el de impulsar  debates, el de tener ideas. Si me lo permite, el de poner la  imaginación al servicio de la política. También, por qué no decirlo,  todo eso forma parte de mi naturaleza antiautoritaria. Me gusta la  influencia, pero no el poder. Yo fui adjunto del alcalde de Francfort  durante varios años. Eso ya ha sido suficiente. No podemos reducir la  actividad política a la lucha por el poder, sea como ministro o como  concejal. Yo soy más útil en el papel que desempeño ahora.

P. ¿Por qué la crisis es una oportunidad, como  mantiene en el libro?

R. Una de las razones de la degradación ecológica es  el sistema económico del "siempre más y siempre más rápido". Y ahora  tenemos que ser capaces de encauzar el denominado desarrollo sostenible y  de descubrir qué tipo de producción podemos desarrollar que no sea  destructora y que, a la postre, no dé más problemas de los que resuelve.  Hay que darle la vuelta a esta tendencia, la producción económica debe  de estar al servicio de cierto imaginario de la sociedad, y no al  contrario.

P. ¿Cómo?

R. El debate entre socialismo y capitalismo, entre  economía planificada y economía de mercado, está ya resuelto: la  economía socialista no ha funcionado. Pero en los últimos años hemos  servido a un nuevo Dios, el mercado, que en teoría lo solucionaba todo. Y  ahora debemos inventar un sistema económico que regule, que estructure,  más allá de esa lógica del "siempre más".

P. ¿Y cómo convencer a la gente para que no quiera  "siempre más"?

R. Fíjese en la crisis española, por ejemplo.  Inmobiliarias, edificios, siempre más, y ahora, una gran parte de la  sociedad española se encuentra en la cuneta. Usted puede basar su  economía en la construcción de casas, y más casas, y más casas en las  costas, pero Europa no puede absorber eso. Hay que responder al  interrogante de qué puede producir España, como las energías renovables,  en lo que ya han comenzado; qué tipo de agricultura de calidad pueden  cultivar, etcétera. Hay que plantearse lo que producimos y el cómo.

P. ¿El coche es un símbolo de todo eso?

R. Hemos vivido un largo periodo de nuestra historia  que yo denominaría "el mito loco del automóvil", con carreteras,  autopistas, más carreteras, más autopistas, con ciudades inundadas de  coches... Hemos llegado a un lugar próximo a la asfixia que demuestra  que nuestra política económica e industrial ya no funciona. Y no vamos a  solucionar los problemas del sector del automóvil prometiendo a todo el  mundo un coche, como pasa ahora mismo. En los próximos 20 años se van a  producir menos coches, éstos serán diferentes, no van a existir todas  las marcas con las que el consumidor cuenta hoy. Así que no habrá los  puestos de trabajo que hay ahora. En fin: lo que quiero decir es que hay  que preguntarse qué tipo de movilidad queremos tener, y aprovecharlo.  Pongo un ejemplo: en muchas ciudades de Europa ya se ve cómo el tranvía  es el vehículo urbano del futuro. Ahí hay un buen proyecto industrial  verde con potencial y puestos de trabajo: hace falta gente que construya  los tranvías, los raíles... Ese hipotético proyecto europeo de tranvías  generaría más empleos que Airbus.

P. Para usted, pues, la ecología, en vez de un  freno, es un motor económico.

R. Claro. Ecología y economía no se oponen. La  ecología tiene un potencial de modernización económica. Además, ya ha  quedado demostrado que la economía de mercado no funciona y la ecología  es un factor de regulación del mercado.

P. ¿Qué opina de la solución europea al problema  griego?

R. Pues que no ha habido solución europea al  problema griego. Resulta dramático que, frente a la crisis, los países  se replieguen en una suerte de soberanismo económico. Alemania es un  buen ejemplo. Frente a la crisis, a la hora de regular a los bancos,  Europa ha tenido problemas. Cada vez que ha querido superar la fase  nacional han surgido Estados frenando este impulso. El mayor error de  los Estados en la crisis griega (aparte de la innegable responsabilidad  griega, claro) ha sido no entender que, en momentos de crisis, la única  manera de remontar es la solidaridad europea.

P. Pero incluso los ciudadanos, cuando tienen un  problema, miran a su país, no a Europa, como si de Europa sólo llegaran  problemas y no soluciones...

R. Ya. Pero de eso tienen mucha culpa los líderes  políticos. Fíjese en Angela Merkel. Lleva a cabo una política centrada  en su país porque teme perder las elecciones. Si planteamos los  problemas así, no saldremos del agujero nunca.

P. En el libro alerta de una revuelta social  posible. ¿Todavía lo cree?

R. Sí. Los ciudadanos, tras la crisis financiera,  económica y ecológica, se encuentran completamente desbordados. Hay un  sentimiento de injusticia e ilegalidad muy fuerte, entre otras cosas,  porque los grandes responsables de la crisis, los bancos, son, por otra  parte, los grandes beneficiaros de la reconstrucción. Y cuando el  ciudadano ve una situación insoportable e injusta, puede explotar.

P. La alta abstención en las últimas elecciones en  Francia sería un síntoma.

R. Claro, sería un síntoma del desinterés de los  ciudadanos que dan la espalda al bien común.

P. En algunos lugares de las afueras de París se  llegó a un 80% de abstención.

R. Eso significa que a esos ciudadanos ya no les  concierne la política, que no se sienten implicados, que se instalan  fuera de la democracia, que dicen "eso ya no es para nosotros", y eso es  un fenómeno peligroso. En Francia existe la abstención y el aumento del  voto de la extrema derecha, ambos fenómenos demuestran la desafección  de la sociedad francesa.

P. ¿Esperaba el buen resultado de los ecologistas en  las elecciones europeas y regionales en Francia?

R. Sí, porque fuimos capaces de unirnos y de  proponer a la sociedad soluciones concretas. El problema es mantenernos  ahora, y eso no es fácil, porque siempre hay tendencias...

P. ¿Por qué en España no prende el ecologismo en  política?

R. El ecologismo guarda un potencial para la  sociedad. También en España, claro. Pero los ecologistas españoles están  tan desunidos, tan atomizados, que la gente no los ve capaces de  aportar soluciones.

P. ¿Qué piensa de la prohibición del burka?

R. Que es un falso debate. Y que, si, en fin, un  gobernante quiere demostrar que el burka está fuera de la ley,  que no cabe en la República, y quiere prohibirlo, debería al mismo  tiempo proponer el derecho de voto a los inmigrantes. Es una suerte de  reequilibrio, de intentar no apartar de nuevo a la inmigración, sino de  integrarla. Es como el debate de hace meses de los minaretes en Suiza.  Hacer un debate de eso es una auténtica locura.

P. Para terminar, en el libro dice que estamos al  borde de un nuevo mundo.

R. Mejor dicho: estamos en un momento del mundo en  el que debemos cuestionarnos nuestro modo de vida.


-  fuente:  elpais.com        -  26-04-2010

No hay comentarios: